Obra de Teatro “Niebla”


Representada el 12 de Octubre de 2018. Salón de Actos IPC. 20.30 hs.

Director: Carlos Guitar

Actriz: María Eugenia Camino

Musica original: Alejandro José Lagraña- Juan Ernesto Nava Aroza

Obra escrita por María Eugenia Camino y Carlos Guitar



Niebla

Origen del título:

Extraído de Unamuno. Expresa confusión, malestar, tristeza, soledad, burla, humillación y dudas sobre la existencia. Es una gran metáfora existencial de la vida que puede asociarse al sueño.

El amor, el dolor y la desilusión irán despertando el personaje a la vida y este ha adquirido conciencia de sí mismo. Empiezan sus cavilaciones desasosiegos y reflexiones de la existencia.

El protagonista todavía está ensimismado y apenas se comunica con el exterior.



Estructuración de la obra:

POESÍA

PRIMERA PARTE

Poética

La poesía no nace.

Está allí, al alcance

de toda boca

para ser doblada, repetida, citada

total y textualmente.

Usted, al despertarse esta mañana,

vio cosas, aquí y allá,

objetos, por ejemplo.

[…]

Vio cada cosa solitaria

y vio su conjunto.

Todo eso ya tenía nombre.

[…]

¿Necesitaba otra lenguaje,

otra mano, otro par de ojos, otra flauta?

No agregue. No distorsione.

No cambie.

Poesía es lo que está viviendo.

Joaquín Gianuzzi

Diario en la crisis

Este cansado tipo en su país

de amor desarreglado

pide permiso, pide

por un minuto la palabra;

dice que es tarde, que

sería bueno dormir,

afuera hay ruidos intranquilos, dice

tanta cosa que hacer.

Viene el otoño, dice

que aún no le dieron la noticia.

Quiere ir a ver si quedan hojas secas.

Quiere ir a ver.

Daniel Freidemberg

Paisaje de una noche de invierno

Hace frío.

El sin trabajo recibe

los beneficios del viento.

Todavía no suena la sirena

ni el olor de la tinta se ha secado en los diarios.

Hace frío en la cara.

Una mujer duerme.

Se cobija con cartones.

¿Qué recordará?

¿Qué sueña el abandono?

La música de la noche es un tren de carga.

La avenida está casi desierta.

Las luces iluminan el vacío.

Pero las grandes construcciones se mantienen

de pie como los árboles.

No agitan las copas.

No brindan por nadie.

Se levanta la solapa del abrigo.

Realmente hace frío.

Hay bastante soledad para llenar un vaso.

El ruido de sus pasos resuena muy lejos.

Los afiches le sonríen

como si supieran dónde va.

Eduardo Mileo

Nocturno

Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.

¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos?

Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes.

A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón.

Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.

¡Silencio! grillo afónico que nos mete en el oído. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! Único grillo que le conviene a la ciudad.

Oliverio Girondo

SEGUNDA PARTE

Conjetura

Algo está oculto

en esta casa

y es imposible

de hallar.

No tiene voz

y no se puede saber

si es algo vivo.

[…]

Algo está oculto

En esta casa

Y vaga por el aire.

¿Será su dueño

tal vez,

seré yo mismo?

Julio Lliniás

Las cosas

Estas estrellas no existen: proyectaron

su luz hace más de mil años

y se extinguieron. Este río no llegará

al mar: será un hilo de agua

y, después, tierra seca. Este camino

no lleva a ninguna parte: los que tomaron por él

partieron hace mucho tiempo

y ya no regresan. Estas armas no son

para que las uses: hablan de una lucha anterior

que no es la tuya. El escritorio, los papeles, la máquina, tampoco te pertenecen:

están entintados por otras manos

y por otros sueños. […]

Rafael Felipe Oteriño

Cansancio

Cansado

¡Sí!

Cansado

de usar un solo bazo,

dos labios,

veinte dedos,

no sé cuántas palabras,

no sé cuántos recuerdos,

grisáceos,

fragmentarios.

Cansado,

muy cansado

de este frío esqueleto,

tan púdico,

tan casto,

que cuando se desnude

no sabré si es el mismo

que usé mientras vivía.

Cansado.

¡Sí!

Cansado

por carecer de antenas,

de un ojo en cada omóplato

y de una cola auténtica,

alegre,

desatada,

y no de este rabo hipócrita,

degenerado,

enano.

Cansado,

sobre todo,

de estar siempre conmigo,

de hallarme cada día,

cuando termina el sueño,

ahí, donde me encuentre,

con las mismas narices

y con las mismas piernas;

como si no deseara

esperar la rompiente con un cutis de playa,

ofrecer al rocío, dos senos de magnolias,

acariciar la tierra con un vientre de orugas,

y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

Oliverio Girondo

Orden de caza al animal desmedido

Al amor, ese cáncer, destrúyanlo

antes que haga metástasis

y colonice la mente y las entrañas

antes que al ojo llegue

y vuelva su retina un campo ciego

que sólo mirar puede el cuerpo amado

antes que del oído promiscuo caracol

nazca el puro unicornio

que oye solo la voz enamorada

Búsquenlo en su cubículo de animal desmedido

extirpen sus células solares

pidan auxilio al derecho romano a los gendarmes

y si a pesar de todo

insistiera en crecer

en desbordar océanos

enciérrenlo en asilo con camisa de fuerza

corten su lengua quémenle su fuego

pidan ayuda a dios el gran ausente

para matar del todo al que no muere

al que morir no puede

Teresa Leonardi

Nocturno 1

No soy yo quien espera,

enredado en mis nervios,

que las horas me acerquen el alivio del sueño,

ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,

mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.

No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.

Oliverio Girondo

Lluvia

Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.

Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados.

Otras veces cae con furia y uno piensa en los maremotos que han tragado tantas esplendidas islas de extraños nombres.

De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.

Sus tambores acunan nuestras noches y la lectura corre a su lado por los canales del sueño.

Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban.

No habían despertado todavía al amor, no sabían nada de nosotros.

De nuestro gran secreto.

Raúl González Tunon

ODA AL VIENTO QUE MECE LAS HOJAS EN EL SUR

Si pudiera olvidarme de que viví, de los hombres, de otro tiempo,// del ácido de algunos tallos; de la voz, de mi lengua extraviada en las nubes,//

¡de muchos seres que a veces no mueren con la madrugada!

Ricardo E. Molinari

Soneto

Si para recobrar lo recobrado

debí perder primero lo perdido,

si para conseguir lo conseguido

tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado

fue menester haber estado herido,

tengo por bien sufrido lo sufrido,

tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado

que no se goza bien de lo gozado

sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido

que lo que el árbol tiene de florido

vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Luis Bernardez

Opinión sobre poetas

-Creía en ellos,

con alguna vacilación, es cierto,

como se cree en quienes han hablado con Dios,

en sus montañas,

y cuentan el secreto;

pero un día

renegué de sus bocas de pájaros mentirosos;

después, los vi morir

en una choza sucia,

ciegos y balbuceando palabras sin sentido.

Entonces volví a creer en ellos,

en su sabiduría rota,

ya sin ninguna sospecha de cordura.

Alejandro Nicotra

La palabra no dice…

La palabra no dice

lo que dice

qué dice

entonces?

palabra

sonido

vibración del aire

¿dice más?

[…]

sílabas quedan

solo sílabas

sonidos

sonidos

Hugo Gola

TERCERA PARTE

El sueño de la poesía

Las grandes antologías están muertas, cementerios de poemas, fantasmas de poemas amados emergen de sus páginas:

el tiempo ha consumido para siempre sus versos que están muertos y han muerto su recuerdo el mar de sus palabras.

y ruedan por las hojas infinitas sus cánticos sin destino en el tiempo, tan solo y tan muertos.

Millares de poetas escribieron para nadie sus versos para el olvido, para la nada donde nada el tiempo y están secas

sus sílabas flotantes en el polvo del tiempo.

Poetas, las palabras

terminan con nosotros, las palabras que un día creíamos eternas en el delirio que une la belleza y el sueño,

el dolor y la sed, la pasión del misterio.

Y nosotros yaceremos con ellas en el polvo de las antologías

cada vez más remotos, más solos y más muertos.

Pero la poesía – inasible victoria- debe continuar aunque el sueño de la poesía haya acabado.

Horacio Armani

Transparencia

Todos los atardeceres la mujer se sienta en el patio de la casa. Si alguien la acompañara vería cómo su cuerpo se vuelve

transparente al compás de la sombra. Primero surge un mapa encendido de venas y de vísceras, luego, más abajo, una

población de huesos huecos por donde el viento corre como un golpe de música.

La mujer sonríe y levanta un brazo en la noche incipiente. Unos minutos más y se apagará el resplandor del hueso

iluminado por canciones remotas y ocultará la piel el color de la sangre.

María Rosa Lojo

Mujer vacilante

Son las paredes que se están pudriendo. En algún lugar del laberinto, en algún lugar que es un laberinto, en un denso olor

a comida y a humedad, me siento al mismo tiempo el monstruo y la víctima. Las paredes se están pudriendo. Mi cuerpo

dividido pelea consigo mismo. Su majestad María Julia ve la representación del miedo de otros, del asco, el desamparo,

la violencia y la impotencia de otros. También su coraje desesperado. Hasta que veo que representan con mi propio

cuerpo, y grito muda, ahogada en la luz de mi terror, me despierto en un olor a humedad, remedios, cajones donde se

pudren cosas olvidadas. Te pido ayuda pero llega el mar y me deshace en el oleaje.

María Julia de Ruschi.

Desierto (3)

Como el que

en medio del desierto

ve su salvación

Como el que

corre

a alcanzarla

Como el que

alcanza

su salvación: ese

espejismo.

Y ha de seguir huyendo

en su desierto.

Leónidas Lamborgini

Fui al Río

Fui al río, y lo sentía

cerca de mí, enfrente de mí.

Las ramas tenían voces

que no llegaban hasta mí.

La corriente decía

cosas que no entendía.

Me angustiaba casi.

Quería comprenderlo,

sentir qué decía el cielo vago y pálido en él

con sus primeras sílabas alargadas,

pero no podía.

Regresaba

-¿Era yo el que regresaba?-

en la angustia vaga

de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.

De pronto sentí el río en mí,

corría en mí

con sus orillas trémulas de señas,

con sus hondos reflejos apenas estrellados.

Corría el río en mí con sus ramajes.

Era yo un río en el anochecer,

y suspiraban en mí los árboles,

y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.

¡Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

Juan L. Ortiz



Daniel Freidemberg

Daniel Freidemberg nació en Resistencia, Chacho en 1945.

Es poeta, crítico, ensayista y periodista, una de las voces más importantes de la poesía argentina actual.

Sus poesías más trascendentes son: Blues del que vuelve solo a casa, Diario en la crisis, Lo espeso real, La sonatita que haga fondo al caos.

A su vez, escribió innumerables trabajos críticos y ensayísticos sobre poesía y realizó una veintena de antologías de poesía, en su mayor parte argentina y latinoamericana.

Eduardo Mileo

Eduardo Mileo nació en Buenos Aires en 1953.

Es escritor y poeta.

Retoma una tradición de poesía social desde una suerte de nivelación ascendente. Poemas del sin trabajo está dividido en tres partes: paisajes desesperados ("de lluvia con música de chapas"), oficios (sueños angustiosos como cuadros de Goya), y "El sin trabajo", entristecido observador de la única verdad, su realidad. Esta criatura literaria no es la masa, sino un individuo representante de su clase, ocupada en encontrar una ocupación. Sin caer en el panfleto, logra una poética del dolor que afecta, o asusta, a las multitudes. Aquel que no tiene trabajo, tampoco tiene amor, y habita un no lugar. Puesto que nos definimos por nuestra capacidad de ofrecer trabajo, el sin trabajo está alienado, incluso, de la posibilidad de ser alienado en su definición intrínseca.

Editó los siguiente libros: Quítame estas cruces, Tiendas de campaña, Dos épicas, Puerto depuesto, Mujeres, Misa negra, Poema del amor triste, Poemas sin libro, Muro con lagartos y Poemas del sin trabajo y el casete Mujeres.

Oliverio Girondo

Su nombre completo era Octavio José Oliverio Girondo. Nació en la ciudad autónoma de Buenos Aires en 1891 y falleció allí mismo en 1967. Se casó con la escritora Norah Lange.

Fue un poeta argentino, vinculado a la vanguardia porteña de los años 1920.

En cuanto a su estilo, es posible trazar un recorrido que va desde la mirada fascinada por el entorno hasta la indagación del propio yo, y de un deslumbrado optimismo a una introspectiva desazón. Toda su obra se puede dividir en tres etapas. En una primera etapa, el mundo exterior dominado por la ciudad se apodera y domina el referente poético. La actitud del sujeto poético es de asombro por este mundo, pero siempre contemplado desde su propia percepción, cargada de sentido del humor a veces absurdo y ocurren. En su segunda etapa, hay mayor presencia de elementos vanguardistas, por ejemplo el uso de caligramas, se percibe un sentido más lúgubre, grotesco y deformado. La tercera etapa, es el período más vanguardista y rupturista, el tono introspectivo, desolado y existencial se profundiza en estos poemas. En este momento, Girondo lleva su experimentación con el lenguaje al límite, amalgamando las palabras para crear nuevas unidades léxicas capaces de contener múltiples sentidos.

Sus obras poéticas más importantes son: Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, Calcomanías, Espantapájaros, Persuasión de los días, Campo nuestro y En la masmédula.

Julio Llinás

Nació en Buenos Aires en 1929 y pasó su infancia en Martínez. El mismo expresa en una de sus entrevistas que por entonces era un suburbio paradisíaco.

Se destaca como narrador y poeta.

En cuanto a su estilo se puede decir que es uno de los pocos poetas surrealistas que quedan en la Argentina. Luego de tener a su hija, el autor se atemorizó y comenzó a escribir con el fin de poder vivir de la literatura. Pero, simultáneamente ingresó en el mundo de la publicidad, a la que el autor describe como a una señorita ingresando en un burdel en tono despreciativo. Tuvo gran éxito como publicista, actividad en la que ganó mucho dinero.

Su producción es una autobiografía. Identifica la realidad con los delirios y la fantasía. No escribe literatura costumbrista pero sí en varias de sus obras a escrito sobre su país y su manera de vivir.

Rafael Felipe Oteriño

Rafael Felipe Oteriño nació en La Plata en 1945.

Es poeta y profesor universitario. También fue juez.

Publicó los siguientes libros de poesía: Altas lluvias, Campo visual, Rara materia, El príncipe de la fiesta, El invierno lúcido, La colina, Lengua madre, El orden de las olas, Cármenes, Ágora.

“Escribir poesía me transporta a otro nivel del entendimiento que, en el plano de la psiquis, opera con efecto liberador: de zona conquistada. Ya sea por el goce de haber confirmado mis intuiciones o por haberme salvado de los días grises al enfrentarme con un punto de vista absolutamente perturbador. Por eso, del contacto con la poesía salgo renovado, como de un viaje. Lo que de verdad hay detrás de un poema no es una persona con nombre, domicilio, estado civil y demás señas civiles, sino la vida misma, con sus emociones, temperaturas, alusiones y referencias, filtrada en la figura verbal del poema, hecha de métricas, asonancias y consonancias, blancos y negros de la página. Obedeciendo a estímulos, pulsiones y mandatos el poeta trata de alcanzar ese escalón en el que las palabras reconducen a la naturaleza de lo vivido y tienden a convertirse en el secreto del agua, en la locución del río, en la manifestación de la noche y del cielo estrellado.”

Teresa Leonardi

Nació en Salta en el año 1938.

Fue poeta, traductora y docente universitaria. Es una persona comprometida con las problemáticas sociales y participó activamente en la vida política y en las luchas gremiales.

Su producción, variada y amplia, ha sido objeto, la más variada de las veces, de excelentes críticas y comentarios.

En cuanto al estilo, la poesía de Teresa Leonardi Herrán abarca muchos tópicos como la recurrencia a la memoria mítica, alusiones a filósofos clásicos, poesía europea, la tradición cristiana, entre otros. En este trabajo se plantea recorrer el tema de la muerte en la poesía de la autora mencionada. Al ser un tema muy abarcativo y de una multiplicidad de perspectivas se desarrollarán algunos tópicos seleccionados dentro de la misma.

Sus libros de poesías más destacados son: "Incesante memoria", "El corazón tatuado", "”Blues contra el contraolvido”, Rizomas", “Noticias de los comulgantes”.

Raúl González Tuñón

Raúl González Tuñón nació en la Ciudad de Buenos Aires, en 1905 y falleció en el mismo lugar en 1974.

Era conocido como el “pichón de argentina”. Fue poeta, periodista y escritor pero se dedicó más a la poesía. Formó parte del grupo de Boedo.

Su nombre está íntimamente ligado a la vanguardia de la década del 20. Una de sus facetas prominentes, además de la producción literaria, fue su gusto por viajar y conocer el mundo; residió y trabajó en diversos países del continente europeo, donde también se acercó a grandes personalidades de la literatura, como César Vallejo y Miguel Hernández, entre otros importantes literatos.

En esa época, colaboró con la revista Martín Fierro, en la que también escribieron Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Macedonio Fernández y Eduardo González Lanuza, entre otros.

Sus poemas que aludían a viajes, barrios de París y de Buenos Aires, pueblos de la Cordillera de los Andes o de la Patagonia, personajes de circo, lugares lejanos, tugurios extraños, marineros, hampones o contrabandistas, denotan influencias tan disímiles.

Ricardo Molinari

Su nombre completo era Ricardo Eufemio Molinari. Nació en Buenos Aires, Argentina en 1898 y fallecido en 1996. Quedó huérfano a los cinco años. Se crió con su abuela materna, uruguaya, en una antigua casa de Villa Urquiza. Dejó sus estudios para dedicarse a la poesía; su formación la debe, por una parte, a los clásicos españoles (de ahí su predilección por el romance, las coplas, el soneto) y a la poesía francesa, en la cual erigió como maestro a Mallarmé. En cuanto a su estilo, sus obras se caracterizan por no romper con el pasado y continuar con la tradición hispánica y americana precedentes.

De joven integró el grupo generacional más destacado del siglo XX literario: el que reunió en torno de la revista Martín Fierro, junto con Borges, Marechal, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Nalé Roxlo. Entre sus obras destacan: Panegírico de Nuestra Señora de Luján, Odas a la orilla de un viejo río, Seis cantares de la memoria, El alejado, El huésped y la melancolía, Días donde la tarde es un pájaro, Una sombra antigua canta, La escudilla y La cornisa.

Francisco Luis Bernárdez

Francisco Luis Bernárdez nació en Buenos Aires en 1900 y falleció en 1978.

Era hijo de padres españoles y su infancia estuvo impregnada de versos y elementos propios de esa cultura.

A los 20 años realizó un viaje a España y entabló amistad con muchos poetas y artistas de aquel momento. Algunas de sus amistades eran prestigiosos intelectuales del momento como Ramón María del Valle-Inclán, Antonio y Manuel Machado y Juan Ramón Jiménez.

En su regreso a Argentina, se sintió identificado con las ideas del Grupo Florida, defiendo profundamente el ultraísmo y las tendencias europeas del momento; en esa época entabló una cercana amistad con Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal.

En cuanto a su estilo, puede verse a un poeta para quien el cuidado de las formas parecía una exigencia prioritaria a la hora de escribir; lo cual lo enlaza aún más con las ideas del movimiento del que formaba parte.

Entre sus poemarios más importantes pueden mencionarse "La ciudad sin Laura" y "Poemas de carne y hueso"; y entre sus poesías, "Para recobrar" y "Estar enamorado".

Alejandro Nicotra

Alejandro Nicotra nació en 1931 en Sampacho, Córdoba.

Es licenciado en Letras y profesor. También es considerado escritor, ensayista y poeta.

Sus obras poéticas publicadas son: Cuaderno de Córdoba, Nuevas canciones, El tiempo hacia la luz, Detrás, las calles,

Puertas apagadas, Lugar de reunión, El pan de las abejas y otros poemas, Desnuda Musa, Hogueras de San Juan.

Hugo Gola

Hugo Gola nació en Pilar, Santa Fe, en 1927 y murió en 2015 en el mismo lugar.

Fue abogado y profesor de literatura. Desde 1976 reside en México D.F. donde ha llevado a cabo una importante labor de enseñanza y difusión de la poesía moderna y contemporánea.

Es autor de una extensa obra literaria, que ha dejado títulos como "Veinticinco poemas", "Jugar con fuego", "Antología de literatura para jóvenes" y "Jugar con fuego".

Horacio Armani

Nació en Trenel en 1925 y murió en Buenos Aires en el 2013.

Fue poeta, periodista, traductor, narrador y ensayista argentino.

Se destacó, sobre todo como poeta. En este ámbito estudió un posgrado de poesía italiana en la Università del Magiesterio di Roma becado por el Gobierno de Italia.

En su estilo, se destacó por ese “yo” que, a veces intimando a través de un doble especular o un nosotros, manifiesta con rabiosa desilusión los acontecimientos del dolor o la pérdida y la fugacidad de la experiencia con un ritmo como demorado, que verso a verso late en una sintaxis lenta y que a menudo se materializa en el pulsar de las cosas concretas. En sus poemas persistía esa melancolía propia de Buenos Aires, que protesta irónicamente de la desgracia y sabe que la protesta misma es una forma desplazada de la vitalidad.

Como autor poético podemos destacar: Primer libro de poemas, Esta luz donde habitas, La música extremada, Para vivir para morir, La vida de siempre, El sueño de la poesía, El gusto de la vida, Recreos del tiempo, y Verano lento.

María Rosa Lojo

María Rosa Lojo nació en Buenos Aires en 1954.

Es una reconocida escritora e investigadora. Sus géneros son la poesía, el relato, la novela, y el ensayo.

Sus cuentos y novelas revelan perspectivas inéditas e historias ocultas de un país desconocido, aún por descubrirse: voces marginadas, caras invisibles, así como el lado en sombras de los nombres obvios y muy conocidos. Su trabajo especial sobre la perspectiva femenina rompe con clichés y estereotipos para instalarse en una experiencia interior tan compleja como poco frecuentada.

Santos populares, intelectuales, artistas, guerreros y políticos de ambos géneros, viajeros, exiliados, prófugos de la justicia, mujeres cautivas, se dan cita en sus libros para correr todos los riesgos de una aventura narrativa más allá de la muerte. Desde la Argentina de las feroces guerras civiles del siglo XIX entre “unitarios” y “federales”, y de las guerras de frontera contra las acorraladas etnias indígenas del sur, hasta la historia de la gran inmigración de fines del siglo XIX al siglo XX y la tragedia de la última dictadura militar.

Sus poesías más trascendentes son: Visiones, Forma oculta del mundo, y Esperan la mañana verde.

María Julia de Ruschi

María Julia De Ruschi nació en Buenos Aires en 1951.

Es poeta, crítica literaria y traductora en inglés, francés e italiano. Formó parte de los grupos Nosferatu y Último Reino, integrados, entre otros, por los poetas Mario Morales, Jorge Zunino, Horacio Zabaljáuregui, Víctor Redondo y Susana Villalba.

Algunas de sus obras más trascendentes son: Polvo que une, Usos de la imaginación, La mujer vacilante, Nada escrito, Biografía sumaria y La distancia infinita.

Leónidas Lamborghini

Leónidas Lamborghini nació en Buenos Aires en 1927 y muere en el mismo lugar en 2009.

Fue un poeta, escritor y dramaturgo argentino.

Fue prolifero en poesía, novelas y ensayos. Su estilo fue de variaciones sutiles, revisó con estiletes agudos y espíritu socarrón textos fundamentales de la política argentina. También recuperó la poesía gauchesca y la reformuló apelando a la risa, la tragedia, la mezcla y el absurdo. Sus poemas más trascendentes fueron: El gayo Fané, Vincent y La espada, el báculo.

Juan L. Ortíz

Su nombre completo era Juan Laurentino Ortiz. Nació en Puerto Ruiz en 1896 y murió en Paraná en 1978.

La leyenda de su figura alta, flaca, concentrada en la observación del paisaje fluvial, trascendió más que su extensa obra, de una gran monotonía, en la que identifica su espíritu con el paisaje que lo rodeó durante toda su vida.

Aunque se consideraba socialista, se mantuvo apartado de los grandes movimientos políticos y sociales de Buenos Aires, lo cual no quiere decir que haya dejado de lado la conciencia social.

Su estilo se caracteriza por la delicadeza y la disposición contemplativa, que alude siempre al río, los árboles, las inundaciones, los cambios climáticos, sin eludir la historia social de su provincia natal, mostrando siempre una especial sensibilidad por el drama de la pobreza y, en particular, por los niños que la sufren en su inocencia.

Sus poemas más trascendentes son: El agua y la noche, El alba sube..., El ángel inclinado, La rama hacia el este, El álamo y el viento, El aire conmovido, La mano infinita, La brisa profunda, El alma y las colinas, De las raíces y del cielo y En el aura del sauce.

Joaquín Giannuzzi

Joaquín Giannuzzi nació en Buenos Aires, el 29 de julio de 1924 y murió en Campo Quijano, el 26 de enero de 2004.

Fue un poeta y periodista argentino.

Su obra ejerció una gran influencia en poetas de las generaciones posteriores.

Comenzó estudios de ingeniería pero los abandonó para estudiar periodismo. Escribió desde noticias policiales hasta críticas literarias en los diarios Crítica, Crónica, Clarín y La Nación.

Existen distintas ediciones de su poesía completa. La primera es Obra poética, sin mención del editor, con numerosas erratas e incompleta respecto de ediciones posteriores. La segunda, Poesía completa, edición al cuidado de Jorge Fondebrider, incluye la totalidad de los libros publicados y da cuenta de las diferentes variaciones sufridas por los poemas a través del tiempo. La tercera, Obra completa, con prólogo de Jorge Aulicino, sigue la edición publicada en España.

Fue un hombre de vida austera y ejercía un suave humor negro. La alusión al entorno social y cotidiano, la muerte, la incertidumbre, fueron frecuentados por su poesía tersa y de sorpresivos remates. Ganó los premios Municipal y Nacional de Poesía, además del Premio Konex - Diploma al Mérito 1984, 1994 y 2004.